Josué

El juego de la espera ha terminado finalmente. Deuteronomio terminó con la muerte de Moisés, dejando unos zapatos muy grandes que llenar. Ahora es el turno de Josué. No es solo un gerente; es un general. El libro comienza con acción: cruzar el río Jordán. Es un momento enorme porque refleja el cruce del Mar Rojo de hace años, probando a la nueva generación que Dios no los ha dejado solo porque Moisés se ha ido.

Luego viene la invasión. Pero aquí está la cosa: estas no son batallas militares normales. Toma Jericó, por ejemplo. Normalmente no ganas un asedio marchando alrededor de los muros y tocando trompetas. La historia hace un punto específico aquí. Israel no gana porque tengan mejores espadas o soldados más fuertes; ganan cuando siguen instrucciones extrañas. Se trata menos de habilidad de lucha y más de confianza.

Después de que se asienta el polvo, el libro se desacelera. La segunda mitad es básicamente un mapa, detallando dónde vive cada tribu. Puede parecer aburrido de leer hoy, pero para ellos, era el cumplimiento de una promesa de siglos de antigüedad. Finalmente tenían un hogar. El libro cierra con Josué como un anciano, dando un último discurso. Les advierte: "Escogeos hoy a quién sirváis". Es una nota alta, pero tan pronto como muere, ese vacío de liderazgo crea la tormenta perfecta para el caos en Jueces.