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Y los arcos alrededor eran de veinticinco codos de largo, y cinco codos de ancho.
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El hombre que se atiene a mesa ajena, no piensa jamás cómo ganar su sustento; porque se alimenta de las viandas de otro.
El hombre que se atiene a mesa ajena, no piensa jamás cómo ganar su sustento; porque se alimenta de las viandas de otro.