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Y la mano de Jehová había sido sobre mí la tarde antes que el escapado viniese, y había abierto mi boca, hasta que vino á mí por la mañana; y abrió mi boca, y no más estuve callado.
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Porque mejor es que tus hijos hayan de recurrir a ti, que no el que tú hayas de esperar el auxilio de las manos de tus hijos.