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Y tú, hijo del hombre, señálate dos caminos por donde venga la espada del rey de Babilonia: de una misma tierra salgan ambos; y haz un ejército: en el principio del camino de la ciudad lo harás.
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Los razonamientos del necio son como un fardo para el que anda de viaje; mientras los labios del prudente están llenos de gracia.