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Y a la mañana, cuando ya el vino había salido de Nabal, su mujer le declaró los negocios; y el corazón se le murió en sí, y se volvió como una piedra.
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Pero a la mañana, cuando Nabal ya había digerido el vino, su mujer le contó estas cosas, y se le paralizó el corazón en el cuerpo, de modo que quedó como una piedra.