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Ahora pues, señor mío, vive Jehová, y viva tu alma, que Jehová te ha vedado, que vengas contra sangre, y que tu mano te salve. Tus enemigos pues sean como Nabal, y todos los que procuran mal contra mi señor.
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Ahora, señor mío, ¡por la vida de Yahvé, y por la vida de tu alma! que es Yahvé quien te ha preservado de derramar sangre, y hacerte justicia por tu propia mano. ¡Sean como Nabal tus enemigos y los que maquinan el mal contra mi señor!