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Porque nosotros colaboradores somos con Dios: vosotros labranza de Dios sois, edificio de Dios sois.
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Habiendo llegado a Jerusalén, y sido bien recibido en la ciudad por el Sumo Sacerdote, le declaró a este la denuncia que le había sido hecha de aquellas riquezas, y le manifestó que este era el motivo de su viaje; preguntándole luego si verdaderamente era la cosa como se le dijo.